Jalea de grosellas

Colocar la fruta y el agua dentro de una cacerola grande y pesada. Ubicar el recipiente sobre fuego al mínimo y cocinar durante una hora o hasta que las grosellas estén bien blandas. Retirar la cacerola del fuego.

Colgar una bolsa para jalea o un trozo de estopilla de algodón previamente escaldados, sobre un bol grande. Verter la pulpa de grosellas dentro de la tela. Dejar escurrir el jugo a través de la tela durante por lo menos doce horas. Cuando se haya colado todo el jugo descartar la pulpa de grosellas. La bolsa no debe exprimirse para acelerar el proceso pues de lo contrario la jalea se enturbiará.

Medir el jugo antes de volver a colocarlo dentro de la cacerola previamente enjuagada. Agregar medio kilo de azúcar por cada medio litro de jugo colado. Ubicar el recipiente sobre fuego al mínimo y revolver para disolver el azúcar. Cuando se haya disuelto aumentar el fuego al máximo y llevar la preparación a hervor. Hervir intensamente, sin revolver, durante aproximadamente diez minutos o hasta que la jalea alcance el punto de asentamiento.

Para probar si la jalea ha alcanzado el punto de coagulación, retirar el recipiente del fuego y empleando una cuchara colocar un poco de jalea sobre un platito frío. Enfriarla rápidamente. Si la superficie está sólida y se arruga al empujarla con un dedo, la jalea estará lista. Si no se ha alcanzado el punto necesario, volver a colocar el recipiente sobre el fuego y continuar hirviendo, probando con frecuencia.

Retirar la espuma de la superficie de la jalea con una cuchara de metal. Utilizando un cucharón verter la jalea dentro de frascos limpios, secos y calientes, dejando un espacio libre de diez milímetros en la parte superior de cada recipiente. Limpiar los frascos con un repasador húmedo. Cubrirlos con tapas para mermelada y asegurar con banditas elásticas. Pegar etiquetas a los frascos y guardarlos en un lugar fresco, seco y oscuro. Hacer constar en la etiqueta la fecha de envasado.