Mousse helada de café

Empleando un pincel de pastelero, untar con el aceite la parte interior de un molde de un litro de capacidad.

Colocar el recipiente en forma invertida sobre una servilleta de papel para que se escurra el exceso de aceite.

En un bol a prueba de fuego, de tamaño mediano, batir las yemas de huevo junto con el azúcar, incorporar el café en forma gradual, vertiéndolo dentro de la preparación de huevo en pequeñas cantidades, mientras se continúa batiendo.

Ubicar el bol sobre una cacerola llena de agua caliente hasta un tercio de su capacidad y colocar ambos recipientes sobre fuego bajo. Cocinar la mezcla durante cinco minutos o hasta que esté lo suficientemente espesa como para cubrir el reverso de una cuchara sin dejar de revolver con una cuchara de madera. Retirar el bol del fuego.

En una cacerola pequeña, disolver la gelatina con el agua, sobre fuego moderado. Cuando se haya disuelto, retirar el recipiente del fuego y añadir la gelatina a la preparación de café. Mezclar para que se pueda unir bien con el resto de los demás ingredientes.

Colar la preparación de café dejándola caer dentro de un bol de tamaño mediano. Colocar él bol sobre cubitos de hielo previamente ubicados dentro de otro recipiente. Revolver lentamente con una cuchara de madera hasta que la mezcla se espese.

En un bol pequeño, batir la crema de leche hasta que esté espesa pero no dura, empleando un batidor de alambre o uno giratorio. Mezclarla luego con la preparación anterior revolviendo suavemente; empleando una cuchara, pasar la preparación al molde untado con aceite.

Cubrir el molde con papel de aluminio, con papel encerado o papel manteca y ubicarlo en la heladera hasta enfriar la mousse durante seis horas o hasta que esté completamente solidificada.

Para servir, sumergir rápidamente la base del molde en agua caliente. Pasar el cuchillo alrededor del borde de la crema y desmoldarla sobre una fuente para servir previamente enfriada.